A todos les ocurrió alguna vez eso de reclamar en todos los idiomas cuando a lo largo de alguna ruta no aparece un cartel indicador de un badén, o de un desvío, o de cuántos kilómetros faltan para llegar a destino. Lo primero que se piensa es que las autoridades viven en su mundo, que no recorren las rutas ni los puntos turísticos de la provincia y que, por lo tanto, no conocen las necesidades de los viajeros. Pero, cuando se averigua, la realidad es otra.
Tanto Vialidad Nacional como el Ente de Turismo coinciden en una cifra: si este año colocan 100 carteles indicadores, el año que viene encontrarán, con mucha suerte, 60. Porque 40 de ellos habrán sido robados o destruidos, intencionalmente o no. Pero en la mayoría de los casos no se dañan por accidentes, sino por vandalismo.
“Para nosotros es un problema grave. Esta es una de las provincias con más alto índice de pérdidas por vandalismo de todo el país. Pasa en toda la Argentina, es un tema de conversación recurrente en las reuniones, pero Tucumán está bien arriba -si no al tope- del robo y destrucción de señales”, lamenta Ezequiel Villegas, jefe del departamento de Señalamiento de Vialidad Nacional desde hace dos años.
Ese 40% de pérdidas por malas conductas ciudadanas puede, en ocasiones, alcanzar el 60%. “Tratamos de agarrar rutas puntuales y hacer todo el trabajo que falta para recién pasar a otra. Desde que asumí colocamos unas 70 señales en la ruta 157, desde el límite con Santiago del Estero -al sur- hasta la capital. Ahí el 60% ha desaparecido. En los tramos donde más población hay la problemática es más grande”, comentó.
Villegas cuenta como anécdotas extremas que en ocasiones han instalado carteles que duraron menos de un día en pie. También que detectaron que una persona construyó un portón con la chapa de un cartel de obra, por ejemplo.
“En la intersección de las rutas 323 y 157, un cruce peligroso, colocamos al menos cuatro veces el cartel de advertencia. Ahora, de tanto que insistimos, lo dejaron en paz. Pero no se dimensiona el peligro que puede ocasionar este tipo de acciones. En algunas zonas estamos optando por poner postes altos con ménsulas para los carteles, o bien los travesaños que pasan de un lugar a otro de la ruta. Pero los tiempos y los costos son otros”, explicó.
En El Saladillo
En las rutas, la cartelería que se roba o se destruye aumenta el riesgo de accidentes y las distracciones de los conductores, que tienen que mirar a todos lados para encontrar la información que en realidad ha desaparecido. Y para el turismo es una pésima carta de presentación, porque el visitante se va con la impresión de que los destinos no están cuidados.
El último ataque vandálico quedó registrado en el viaducto El Saladillo, un Monumento Nacional declarado en el año 2000 y que convoca a familias y deportistas todos los fines de semana. En julio del año pasado se había colocado cartelería explicativa sobra la historia de esa monumental obra de ingeniería, pero esta seman se la encontró en el piso, como quedó en evidencia en una imagen que circuló por WhatsApp.
Turismo confirmó que la imagen es actual y que, además del cartel dañado, en ese mismo lugar había un cesto de basura que sirvió como blanco de tiros con escopeta. En otra imagen se podían ver los cartuchos que habían quedado sembrados en el piso.
El Ente de Turismo también coloca cartelería en los puntos más concurridos y coinciden con los valores estimados por Vialidad: al 40% de las inversiones en este tipo de infraestructura lo carcome el vandalismo.